lunes, julio 11, 2005

Neurocirujano

Todo a punto en el salón. Equipos conectados y señalando los datos requeridos. Estado de anestesia profunda. Tensión arterial, pulso, respiración, frecuencia cardíaca. Todo dentro de límites permisibles.

Piel y cubierta ósea separadas. Virgen tímida y desnuda, la masa encefálica se ofrece ahora a los ojos. El instrumento de corte en la mano derecha del cirujano se detiene en el espacio, cual si no se atreviera. Silencio. Enfermeras y asistentes observan expectantes.

He aquí un cerebro. He aquí, acaso, la definición de un ser humano. Neuronas, duramadre, piamadre... Apenas nombres. Lo fundamental es lo innominado, lo que hace que este sea el cerebro de un hombre y no el de un animal cualquiera. Amor, odio, sueños, inteligencia, recuerdos... como una madeja de infinitas conexiones, reflejos, inhibiciones y estímulos eléctricos. Unas de estas células impulsan a matar; otras, a amar o salvar una vida. Imposible establecer dónde se esconde el asesino y dónde el ángel salvador. A la vista solo aparece un encéfalo similar a cualquier otro. Igual, pero diferente, aunque nadie sabe dónde radica la diferencia. Cómo saber dónde se oculta lo que hace que este no sea el cerebro de un hombre cualquiera, sino el de un asesino.

Despojada de toda defensa, es una masa de color indefinido, un poco rosada, un poco crema, un poco grisácea, acaso todos los colores juntos. Circunvoluciones, lóbulos, cisuras, dando razón de ser al bicho animado más complicado de la Tierra. Un manojo de células donde, en forma de impulsos invisibles, se almacena la vida de un hombre. Su verdadera vida, su vida interior. Ningún aparato registra de qué neurona partió la orden, por qué ramificaciones se extendió aquel estímulo bioléctrico hasta mover la mano que una vez y otra descargó puñaladas de horror contra el vientre de otro ser humano. Nada puede registrar dónde quedaron estampadas esas imágenes, nadie puede saber si aún permanecen o si se borraron...) ¿Será que la muerte ajena no deja huellas en el cerebro de un matador? ¿Y si en el asesino hay algo de noble y puro que no ha crecido? Acaso en alguna de estas células en apariencia idénticas se esconde un temeroso inicio de arrepentimiento. ¿Y si fuera posible extirpar, con un leve movimiento de la lámina cortante, lo sucio y torpe del cerebro humano, y dejar apenas lo bueno, lo amable y generoso?

El instrumento de corte suspendido en el aire: enfermeras y asistentes en sus puestos y expectantes. Sobre la mesa metálica un paciente grave. Un hombre. Un asesino. Un montón de células organizadas en sistema que un día emitieron una orden terrible.

Ante ti un cerebro indefenso y expuesto a un mínimo error de cálculo, a una presión de más, a un imperceptible temblor de manos. Pero también imágenes que se suceden trayendo a la memoria historias pasadas. Un poco más de fuerza en el pulso, una pequeña desviación en el corte, y ya no habrá más historias. Los recuerdos martillando en las sienes, el corazón desbocado, el pasado a punto de concluir en la prolongación filosa de los dedos. Respiras despacio, procurando atenuar el galope del pecho. Las imágenes dejan poco a poco de superponerse, para dejar solamente una. Empuñas con decisión el bisturí, y con un movimiento elegante y preciso das comienzo a la que puede ser la más brillante intervención quirúrgica de toda tu carrera. Ante ti un cerebro, un hombre, un asesino.
Ante ti no un cerebro cualquiera, sino el de un hombre. No un hombre cualquiera, sino un asesino. Y no un asesino cualquiera, sino el que mató a tu padre.

I´m here...

Es un buen comienzo de semana: Tranquilo, suave, lleno de esperanza, y lleno de oportunidades. Pero lo mejor: Lleno de ganas de vivir y de soñar, de trabajar y de jugar, y de compartir con los que amo...Es pecado acaso estar feliz???

Frase del día:
"La inactividad sólo apetece cuando tenemos demasiado que hacer."
Noel Coward